El dueño del diario en el tren, el subte o el colectivo es el que tiene el poder sobre el entretenimiento del que le está leyendo "de ojito" su publicación. Cambia en la página que por ahí el que le estaba ojeando quería quedarse leyendo un poquito más; se queda en la sección de "espectáculos", cuando el que ojea quiere desesperadamente que pase a la de fútbol, y los chistes a veces no los lee, y el "relojero" se queda sin la parte cómica del día de la fecha. Eso es poder, señores. Nada de recibir a reyes o manejar la economía. Tener un diario en un transporte público y leer lo que a uno se le antoja es tener poder absoluto sobre el otro. (Bueno, ché.... me tengo que sentir powerful alguna vez.....).
06 abril, 2006
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