24 abril, 2006

El dominguero es un ser muy particular. No opera solo: siempre tiene a su fiel vehículo que lo secunda en su actuación. Sea auto, moto, colectivo, camioneta, monopatín... el dominguero se las ingenia para detener a quien sea donde sea. Es ése que va a dos por hora. Literalmente. Ése a quien un viejito con fractura de cadera y sin bastón puede jugarle una carrerita y le gana cómodo. Ése que se pregunta siempre a dónde irá tan rápido el correcaminos. Ése que dice "Vísteme despacio, estoy apurado".
El dominguero suele siempre tomar calles concurridas en horas pico. No se manda por la lateral. No señor. El va convencido de que la ciudad es suya, y que no hay nada mejor que pasear por los sitios populares. Es ése que agarra Av. Córdoba a las seis de la tarde, y dominguea por ahí. Es ése que va por Libertador como si fuera por un camino de ripio al borde de una lagunita.
El dominguero puede no serlo full time. Puede pasar que los choferes de colectivos adquieran de a momentos la personalidad dominguera, si es que el reloj los ayuda. Entonces, ellos van cual dominguero profesional, cumpliendo con su recorrido a la misma velocidad que se mueven las monjitas del convento de Santa Catalina los días feriados. Y uno, que está llegando tarde al trabajo, vé pasmado y con impotencia cómo el devenido a dominguero trata de agarrar todos los semáforos en rojo; saluda a cuanto colega se le cruza; baja a comprarse cigarrillos, para en cualquier lado que vea a una persona que lo mira.... tranquilo, sin inmutarse. Y uno se baja del colectivo con la presión a veintidós, histérico, con mala onda, y se transforma en psicótico casi tan rápido como el otro se transformó en dominguero.
El dominguero es inmune a los insultos. "Tortuga", "paspado", "salame", "lerrrrrrrrrdo", "la remil%&@ que te remil parió".... él tiene anulado el oído medio cuando se trata de ser receptor de tales epítetos y de estruendosos bocinazos.
El dominguero no es conciente de lo que provoca. Aunque una larga fila de autos, camiones con hombres corpulentos y enojados, peatones, bicicletas y demás se agolpe detrás suyo cual hormigas en fila, él no depone su actitud, y ni piensa que debería acelerar aunque sea dos kilometritos más por hora. No se altera. Tiene una poco clara percepción de la realidad del entorno.
El dominguero es especial. Como todos los que transitamos por esta ciudad. por eso este pequeño recordatorio.
PARA QUE NO SE REPITA!!!!!!!!!! DOMINGUERO DE MIERRRRRRD....!!

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