EL PODER DE LA PALABRA

El ser humano es tan pretencioso y tan seguro de sí mismo, que cree que sus palabras pueden cambiar el origen de los destinos que el universo le tiene reservado.

Por supuesto que a todo este intento de torcer con palabras el curso de nuestro destino le podemos llamar superstición, pero lo cierto es que creemos que con una fracesita dicha en el momento oportuno, o con una palabra que evitemos decir en otra ocasión, vamos a torcer lo malo en bueno, o a veces, a provocar desastres o desgracias.

"No digas eso, que va a pasar", "No digas esa palabra, que trae mala suerte", "Buen viaje", "Salud", "San Roque San Roque, que este perro no me mire ni me toque", "Vamo', vamo', vamo', que es gol, vamoooooooooo'!!!!!!!!", "No lo nombres porque viene".... Creemos que somos tan poderosos, que una palabra nuestra va a hacer la diferencia. Lo cierto es que, de todas maneras, no sabremos nunca si esto es así o no. Porque, si las dijimos, es posible que hayamos torcido un destino que iba para un lado y devino en el que finalmente vivimos, y, si no, quiere decir que como no las dijimos, terminamos no torciendo el destino y viviendo algo que podríamos haber modificado.

Es inútil tratar de develar la verdad, pero, por las dudas, cuando mato a una araña, no me olvido nunca de decir "Plata, plata, plata"