03 agosto, 2006

Cosas incómodas he visto en la vida, pro pocas como llevar orina para analizar.
Sí, señores. Los frascos estériles que te venden en la farmacia son muy limpios, muy bonitos ellos, pero no cierran como debieran. Entonces uno se ve en la disyuntiva de cómo llevar ese deshecho a analizar, sin terminar con el mismo derramado en la mano, en la campera, o en la cartera de la dama o bolsillo del caballero. Además, está el tema de que lo tenemos que sacar de la bolsita, y entregárselo a la recepcionista del laboratorio, que no creo que cobre un plus por tocar recipientes ajenos mojados con pis.
Si tenemos que tomar colectivo, la cosa empeora. Porque uno tiene que agarrarse del pasamanos, cuidar la billetera, la cartera, no caerse, tratar de ir para el fondo que "hay lugar", y cuidar por supuesto que el análisis en cuestión no se derrame. Es una tarea digna del agente de CIPOL. Hay que desarrollar una logística importante para pensar en cómo hacer con todo eso.
Si uno va caminando, lo llevará seguramente en la mano, para arriba, en una "bolsita", lo cual hará que, si el laboratorio queda como mínimo a seis o siete cuadras, la mano que sostiene el mañanero néctar se acalambrará, y el movimiento de nuestros pasos hará que tengamos que caminar haciendo equilibrio con la pobre mano acalambrada.
Es así. Hay que ir bien equipado con kleenex, para no pasar papelones en el mostrador de recepción y que la chica no nos mire con una cara de asco sideral, y resignarse a que los malditos frasquitos no enroscan como se debe. He dicho.

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